Un tema esencial para aquellos pastores que quieran desarrollar a hombres y a mujeres fieles que sean capaces de cumplir con eficacia la obra de Dios.

Es preocupante la falta de líderes buenos, pienso que esto se debe a que existen ciertas fallas a nivel pastoral, pues de acuerdo con el mandamiento, se ha incumplido con esta diligencia pastoral 2/Ti. 2.2 habla acerca de preparar hombres fieles e idóneos para el ministerio. No se le ha dado la prioridad que Jesús le dio en formar sus 12 apóstoles. Después de 3 años pudo dejar su lugar con hombres que pudieran cumplir y aun extender su ministerio.

Muchas veces se culpa a los seminarios e institutos por no preparar los hombres que se necesitan y ellos también culpan a los pastores. Y esta situación fuera muy diferente si se tomara con gran diligencia y perseverancia la tarea de producir pastores hijos y nietos.
El apóstol Pablo, cuando habló a Timoteo, estaba hablando a un pastor hijo, sin embargo lo estaba guiando a tener sus propios hombres que también serían pastores 2/Tim. 2.2 Timoteo había sido formado por Pablo y lo había visto formar también a otros. Ahora es alentado a cumplir la misma tarea.

Tal vez este mandamiento a pastores es uno de los menos obedecidos de las Escrituras. Nosotros predicamos, oramos, evangelizamos, etc., pero hay pocos pastores que se han reproducido pastoralmente; sólo algunos pueden nombrar a sus Timoteo y Titos.
Sin embargo, en el Nuevo Testamento encontramos que era una parte misma del ministerio. No sólo Jesús fue quien formó a sus hombres, sino Juan a sus discípulos, Bernabé con Pablo y Juan Marcos, Pablo con Timoteo y Tito y cuántos más.

«El que no llora, no mama», (dicen por allí) y es una gran verdad en relación a la formación de ministros. Porque en toda iglesia hay gente que siempre está llorando por una cosa u otra. Y hay pastores que se van corriendo para ayudarlos, aconsejar los y «darles de mamar». Y el problema es que esa clase de creyentes nunca llegan a algo. Los llorones, los «eternos» bebés espirituales no llegan a reproducirse nunca. Mueren llorando, siempre con algún problema u otro.

Los hombres que van a llegar a ser soldados militantes para el Señor no son los que más «lloran», entonces «no maman». Sin» embargo, necesitamos entender que son estos hombres, idóneos y fieles que no están en un lío tras otro, a quienes debemos estar formando en forma especial.
Ellos son los que en el día de mañana deberán ser capaces de ministrar eficazmente. Ellos no demandarán de tiempo, no andarán detrás de los pastores «llorando», porque son una inversión para la eternidad. Se debe tomar la decisión a obedecer la orden de
2 /Timoteo 2.2, buscar hombres fieles e idóneos y prepararlos para el ministerio. Esa decisión significa apartar tiempo para invertir en sus vidas y no perder todo el tiempo, las fuerzas y ser «ahogados» por las lágrimas de los llorones.

«el líder no puede vivir quejándose” escuche de un pastor que se quejaba. «Mi gente no quiere capacitarse en una forma seria».
Y mi pregunta es;

¿Cuántas clases tuvo Jesús de manera formal?
¿Cómo los formó Jesús?

Quizás muchos pastores se desilusionan porque la gente no va corriendo a su clase de formación.
¿Por qué es eso?

Basado a mis pocos estudios de liderazgo creo entender una verdad muy sencilla pero importante. Y es que cuando estudie en el instituto pude observar que mis compañeros (en su mayoría) estaban siempre mirando el reloj para ver cuándo terminaría la clase. Y en una ocasión fuimos invitados a casa de un hno para estudiar y compartir juntos, pasamos horas preguntando y escuchando y hablando, y nadie miraba el reloj. Entonces entendí que las personas más que una información, buscan una relación, el compartir. Y Jesús no invitó a sus hombres a tomar unos cursos o materias para prepararlos. El solo los invitó a seguirlo, y a caminar con El, a observarlo y ser compañeros. No encontramos un currículo formal sino a ellos día tras día experimentando el ministerio y la vida misma junto a Él. Ellos aprendieron porque, primero, vieron a Jesús hacer el ministerio; después preguntaban lo que no entendían.

Muchos dicen, «Sí, sí, yo sé», pero ¿cuándo fue la última vez que invitaron a alguien a acompañarlo mientras usted testificaba? Y, ¿a quién invitaron esa última vez? Lo saben pero no lo hacen y por eso hay fracasos.

La primera excusa

que se usa es la falta de tiempo. «No tengo tiempo para hacerlo». ¿Por qué no tiene tiempo? Primero, porque no han formado personas líderes, es por eso que tienen que hacerlo todo.


Segunda excusa

invierten su tiempo con los que lloran y no dedican buena parte de él a la gente significativa para la eternidad.

Tercera excusa

tal vez tienen miedo a ser superados o que vean sus debilidades. Tal vez pueda ser que nadie los discípulo a ellos y entonces no saben cómo hacerlo.
Una de las lecciones más grandes que tenemos todos que aprender si queremos formar líderes es el trabajar con la gente disponible, imperfecta pero dispuesta a Él. Porque no es por el talento ni la perfección de uno, sino por la gracia de Dios.

A continuación te compartiré lo que pienso para mí son los 3 pasos fundamentales para la formación de un líder.


El primer paso

es el escoger la «materia prima» es decir algo que sea productivo, hombres que en la eternidad valdrán la pena. Encontramos a Jesús orando mucho antes de escoger a sus hombres; y sin duda, tenemos que hacer lo mismo. Por otra parte, encontramos en Jesús y Pablo ciertos principios que pueden guiarnos. Uno de ellos: hay muchos que desean ser formados, pero debemos evitarlos si no están dispuestos a pagar el precio
Hay jóvenes y hombres que por la gloria de ser un discípulo tuyo, querrán estar contigo, pero no querrán llevar una cruz ni negarse a sí mismos. Alguien dijo que cuando un hombre llega a la iglesia y quiere hacer grandes cosas, lo mando a arreglar la iglesia, a realizar tareas de servicio. Y si desaparece y escapa es porque no está dispuesto realmente a servir al Señor. Solo quiere gloria sin servicio.


Segundo paso.

Los líderes que se van a formar tendrán que ser hombres dispuestos a estar con nosotros y más que todo con el Señor Marcos 3:13-15. Cuando un hombre no está dispuesto, a hacer tiempo para estar con el Señor, nunca va a llegar a ser algo significativo en el Reino de los cielos. El líder debe ser un hombre que encuentre tiempo para su devocional y estudio de la Palabra. Y no estoy hablando de un desocupado. Al contrario, todos los hombres que Jesús llamó eran hombres activos (no busquemos ociosos para el servicio del Señor). La mayoría de los hombres que sé que se han formado Ministerialmente han sido hombres ocupados aunque dispuestos a pagar un precio alto para estar juntos y crecer.
Formar hombres requiere tiempo, sin él es imposible hacer mucho.

Tercero paso.

Hay hombres con potencia para ministrar. Mr 3:14-15. Y no podemos buscar hombres que sólo quieran aprender, sino hombres dispuestos y aptos para ministrar. El apóstol Pablo lo pone en otra forma: «hombres fieles que sean idóneos para enseñar».

APRENDAMOS A MIRAR EL FUTURO

La formación de hombres requiere tiempo, perseverancia y paciencia. Yo he entendido que si le costó tres años al Señor, el gran Maestro, será lógico pensar que a nosotros nos va a requerir, cuanto menos, igual que a Él. Por lo tanto, hay que aprender a tener paciencia y mirar el fruto anticipadamente.


CADA PROBLEMA
ES UNA UNA OPORTUNIDAD

He entendido que los problemas son las oportunidades para formar el carácter y desarrollar comprensión. Jesús usaba cada uno de los problemas como oportunidades para ayudar a los discípulos a entender verdades espirituales profundas. Y no me refiero a la lección en el colegio la que es recordada, sino la aclaración en el campo de batalla, el consejo en el momento de la pelea. Jesús había terminado una de sus grandes clases en Marcos 4:1-34, sin embargo en el vs. 35-38 los discípulos estaban con pánico, habiendo olvidado toda la clase previa. Era en la tormenta donde aprendieron la verdad de la fe, no en la clase. La clase los preparó para aprender en la tormenta.
Jesús no los abandonó cuando ellos fracasaron; al contrario, usó cada situación positivamente. Así también necesitamos hacer nosotros. Nuestra tendencia natural es que cuando han fracasado, les damos un palo para repasar la lección en su vida; y lo que estamos realmente repasando es el fracaso, y no la lección.

Si alguien me preguntara como cumplir con esta tarea en forma exitosa,
Yo le diría lo siguiente:

1. Invirtamos horas regularmente con los hombres que Dios nos da; no importa si son meses o años. Porque no hay atajos en el discipulado.

2. Llevémoslo varias veces, por todas las áreas del ministerio que nosotros deseamos que después puedan hacer ellos solos.

3. Aliéntenoslo aun cuando fracasen; porque los buenos hombres espirituales no tienen una actitud centrada en su propia grandeza y capacidad, necesitan el aliento.

4. Corrijamos sus actitudes incorrectas con amor y perseverancia. Porque las actitudes hacia Dios y el prójimo determinarán el valor de nuestro servicio.

5. Encarguemos y depositemos en ellos, con toda seriedad y responsabilidad, la Palabra de Dios. Deben aprender a temblar delante de ella reconociendo su autoridad y la responsabilidad sagrada de comunicarla fielmente.

6. Las habilidades son el resultado del conocimiento más la práctica. Muchas veces se cree que alguien puede hacer determinada cosa porque conoce la teoría, sin embargo no es así
La práctica del conocimiento lleva a la habilidad. Da oportunidades crecientes para practicar lo que están aprendiendo. Jhon C. Maxwell,

7. Trabaja en grupo con ellos, la iglesia necesita hombres que sepan trabajar en equipo, siendo que la iglesia es un cuerpo. El que no puede trabajar en equipo tendrá dificultad de trabajar en el cuerpo del Señor.

8. Recordemos que ninguno de nosotros tenemos todos los dones y conocimientos (sólo Jesús los tuvo); estos hombres necesitan recibir también de otras personas para llegar a la madurez. Preséntalos a otros hombres de Dios que también los enriquecerán, lo mismo que a los escritos de los grandes hombres de Dios a través de los siglos.

9. debemos darles oportunidades para servir, darles autoridad y responsabilidad. Nunca olvidemos que las personas aprenden más por sus fracasos que por sus éxitos. No temamos porque cometan errores; todos nosotros hemos llegado a donde estamos a través de muchos errores.

10. nunca le digamos que van a ser grandes. Eso estimula su orgullo y motivación pecaminosa. Yo particularmente he aprendido dolorosamente el error de estimular la carne; pues la carne logra grandes cosas pero no para el Señor.

11. reconozcamos nuestros errores y pecados, y ayudémosle a ellos también a ser honestos con sus errores y pecados. Tenemos que humillarnos para ser exaltados.

12. estimulemos el amor a Dios y a todo el cuerpo de Cristo. En la formación de líderes debemos evitar el desarrollar un sentido de élite y superioridad que sólo proviene de la carne.

13. mantengamos a Cristo como el Señor y la persona de quien dependemos. No queremos discípulos de fulano, mengano y zutano, sino del Señor Jesucristo.

Nota:

desde hace un tiempo para acá se ha omitido el ser diacono por el de ser líderes, hoy en día se escucha mucho líderes líderes y más líderes, y no es que tenga algo en contra de los líderes (claro que no) yo sé que la palabra diacono y líder significan estar al servicio, pero hay una gran diferencia. El Diacono es el que está siempre al servicio, y el líder es el que también está al servicio pero ejerciendo un cargo, y aquí es donde creo que se han cometido muchos errores al poner a alguien como líder para fidelizar cuando no a pasado por el servicio. Lo que quiero decir es que no se puede ser líder si antes no se ha sido Diacono…
Dios les bendiga y próximamente estaré publicando m próximo estudio titulado de diacono a evangelista (de diacono a líder)

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